El peligro silencioso: Síndrome de Karoshi
- Yazmín Maldonado
- 16 may
- 2 Min. de lectura
En un mundo laboral que aplaude la productividad constante, muchas veces se pierde de vista la salud de las personas. El síndrome de Karoshi, proviene del japonés que significa “muerte por exceso de trabajo”, cada vez se escuchan más casos en nuestro país.
¿Qué es el síndrome de Karoshi?
Entiéndase que dicho termino no es solo estar “estresado por el trabajo”. Sino una condición extrema por sobrecarga laboral, presión constante, falta de descanso y el estrés crónico que llevan al colapso físico y mental. En los peores casos, puede desencadenar enfermedades e incluso la muerte.
En México, existen personan que llegan a laborar más de 48 horas a la semana rebasando el límite recomendado por la Organización Internacional del Trabajo, problemática que se ha vuelto preocupante. Y aunque no siempre se le llama Karoshi, sus efectos están presentes en nuestras oficinas, fábricas y hasta en el home office.
¿Cómo reconocerlo?
A continuación te compartimos un ejemplo real para identificar señales de alerta: Una persona comenzó a extender su jornada laboral cada día un poco más para cumplir con metas urgentes. Al principio, parecía algo temporal, pero con el tiempo, las jornadas de 12 horas se volvieron habituales. Comenzando con dolores de cabeza, insomnio, taquicardias y una sensación de agotamiento que no desaparecía ni durante los fines de semana.
A pesar de sentirse mal, siempre evitaba tomar vacaciones o pedir ayuda por miedo a ser vista como poco profesional. Un día, un episodio de desmayo en la oficina obligó a una evaluación médica, que concluyó en un diagnóstico de fatiga crónica y ansiedad severa.
Síntomas comunes del Karoshi:
Jornadas laborales prolongadas
Falta de descanso
Sensación de culpa al desconectarse del trabajo
Dolores físicos sin causa
Cambios de humor, insomnio, aislamiento social
Dependencia de estimulantes o tranquilizantes
¿Qué se puede hacer?
El Síndrome de Karoshi no se va con simples frases motivacionales. Al contrario se requiere de cambios a nivel personal y organizacional.
Enfocarse en resultados, no en horas trabajadas.
Establecer desconexiones laborales.
Tomarse descansos incluidas las vacaciones.
Capacitar en manejo de salud mental.
El trabajo debe ser una fuente de desarrollo, no de desgaste. Si tú, o alguien en tu equipo, se identifica con estos síntomas, es momento de actuar. El cambio empieza con una conversación honesta y la decisión de poner la salud en el centro.

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